Skip to main content

En un mundo donde la sostenibilidad y la reducción de emisiones de carbono son el pan de cada día, los vehículos eléctricos (VE) se venden como la cura milagrosa contra el cambio climático. Pero, ¿y si te digo que esto no es del todo cierto? Pues sí, amigo, agárrate que vienen curvas. Según un informe de Volvo, fabricar un coche eléctrico contamina un 70% más que uno de gasolina. ¿Cómo te quedas?

La huella de carbono en la producción de vehículos

La creencia popular de que los coches eléctricos no contaminan es una gran mentira. Aunque es cierto que durante su uso emiten menos contaminantes, la huella de carbono que dejan a lo largo de su ciclo de vida, desde la producción hasta el desecho, da para pensárselo dos veces antes de correr a comprar uno.

Volvo, siempre a la vanguardia en esto de la electromovilidad, hizo un estudio comparativo entre dos de sus modelos: el C40 Recharge eléctrico y el XC40 a gasolina. Ambos coches se fabrican sobre la misma plataforma y comparten muchas piezas. Este estudio tiene en cuenta el ciclo de vida completo de los coches: materias primas, proceso de producción, alimentación (electricidad y carburante), conducción a lo largo de 200,000 kilómetros y eliminación final de los vehículos.

Emisiones en la producción: Un 70% más altas

Atención, porque aquí viene lo gordo. Según el informe, las emisiones de producción de un C40 Recharge son un 70% más altas que las de un XC40 a gasolina. ¿Por qué? Pues por el alto nivel de emisiones de los procesos de producción de las baterías y el acero, y la mayor proporción de aluminio utilizado en el vehículo. Si quitamos las baterías de la ecuación, el 70% de emisiones se reduce a un 30%. Vamos, que un coche eléctrico llega al concesionario con una huella de CO2 mucho mayor que un coche de combustión interna.

La carrera por reducir emisiones: Kilómetros necesarios para compensar

¿Y cuándo un coche eléctrico se vuelve más ecológico que uno de gasolina? Pues depende. Si consideramos el mix energético global, donde predominan las energías fósiles, un coche eléctrico necesita recorrer 110,000 kilómetros para que su huella de carbono sea menor que la de un coche de combustión interna. Esta cifra baja a 77,000 kilómetros en el mix energético de la UE y a 49,000 kilómetros si el coche se alimenta de energía eólica.

La Recarga: un factor decisivo

El tipo de recarga de electricidad es crucial en la huella de carbono de un vehículo eléctrico. En España, donde se ha invertido mucho en energía solar y eólica, la cantidad de carbono que se ahorra al conducir un coche eléctrico depende mucho de la hora del día en que se recarga. Según un informe de Radiant Energy Group, cargar el coche por la tarde, cuando el sol y el viento están a tope, ahorra entre un 16% y un 18% más de carbono que hacerlo por la noche, cuando es más probable que las redes se alimenten con gas o carbón.

Impacto ecológico de la fabricación de baterías

La fabricación de baterías para coches eléctricos tiene varios impactos ecológicos importantes. Y no, no es un cuento de hadas. Aquí te lo detallo:

Extracción de materias primas

Las baterías de los vehículos eléctricos necesitan litio, cobalto, níquel y manganeso. La extracción de estos materiales puede causar desastres ambientales: degradación del hábitat, contaminación del agua y el aire, y problemas sociales y de derechos humanos en las minas. La minería de litio, por ejemplo, puede agotar las fuentes de agua locales y salinizar el suelo, afectando a las comunidades agrícolas cercanas.

Consumo de energía en la producción

La fabricación de baterías es un proceso que consume mucha energía. Refinar materiales y producir celdas de batería genera una huella de carbono importante, sobre todo si la energía proviene de combustibles fósiles. En muchas regiones, la producción de baterías depende aún mucho del carbón y el gas natural, lo que contribuye a altos niveles de CO2.

Emisiones de gases de efecto invernadero

Aunque los coches eléctricos no emiten gases mientras operan, la producción de sus baterías sí lo hace. Estas emisiones pueden contrarrestar los beneficios climáticos de cambiar a vehículos eléctricos, especialmente si las baterías se producen en lugares donde la electricidad se genera con combustibles fósiles.

Uso de agua y otros recursos

La producción de baterías requiere grandes cantidades de agua y otros recursos, lo que puede afectar a las comunidades locales y los ecosistemas. Por ejemplo, la minería de litio en regiones áridas compite con las necesidades de agua de las comunidades locales y los ecosistemas.

Reciclaje y disposición

El reciclaje de baterías de vehículos eléctricos es crucial para mitigar los impactos ambientales. Las baterías contienen materiales tóxicos y son difíciles de reciclar eficientemente. Una gestión inadecuada puede llevar a la contaminación ambiental. Hoy en día, el reciclaje de baterías es caro y complicado, y la falta de infraestructura para reciclar podría causar problemas ambientales serios en el futuro.

La durabilidad de las baterías: Otro problema subestimado

Vamos a tocar otro tema candente: la durabilidad de las baterías. Según un informe de Volkswagen, se estima que la batería de un coche eléctrico debería durar, como mínimo, ocho años o 150,000 kilómetros, lo que se traduce en unos 3,000 ciclos de carga. Algunas marcas incluso ofrecen garantías más generosas, como la garantía de por vida de la batería.

Ahora, el truco está en que después de esos 150,000 kilómetros o esos ocho años, la batería empieza a perder capacidad. Se estima que podría reducirse a un 75%, lo que significa que aunque aún tenga vida por delante, sus prestaciones merman considerablemente.

Entonces, si consideramos que un coche eléctrico necesita recorrer 110,000 kilómetros para que su huella de carbono sea menor que la de un coche de combustión interna, y sabiendo que la vida útil de las baterías es de 150,000 kilómetros, bajo esta disminución de capacidad, ¿tiene sentido hablar de que un VE es más ecológico? Parece que no todo es tan sencillo como lo pintan. Para proteger tu compra de un coche eléctrico, es vital leer bien la garantía. Algunos fabricantes solo cubren el paquete de baterías en caso de falla total, mientras que otros ofrecen reemplazo si la capacidad cae por debajo de un cierto porcentaje. ¡Ojo con eso!

Políticas públicas y electromovilidad: ¿Decisiones acertadas?

Dada la complejidad y los desafíos de los vehículos eléctricos, ¿realmente las políticas públicas actuales están bien encaminadas? La electrificación del parque automovilístico es una prioridad para muchos gobiernos, pero hay que considerar las deficiencias de estos vehículos, como la limitada autonomía y los problemas de recarga.

Hay casos documentados de policías que no pueden patrullar porque sus coches eléctricos se quedan sin batería. Estos incidentes muestran que necesitamos evaluar críticamente la viabilidad de una transición rápida hacia la electrificación sin resolver antes los problemas fundamentales.

Un enfoque integral para la movilidad sostenible

La fabricación y uso de vehículos eléctricos presentan una paradoja en el debate sobre la sostenibilidad. Aunque estos vehículos pueden reducir significativamente las emisiones durante su uso, los procesos de producción intensivos en carbono y los desafíos de la durabilidad y reciclaje de baterías deben abordarse para que los VE sean realmente sostenibles.

Es imperativo que los responsables de las políticas consideren estos factores y desarrollen estrategias que no solo fomenten la adopción de vehículos eléctricos, sino que también mejoren la eficiencia de los procesos de producción, optimicen la recarga con energía limpia y establezcan una infraestructura robusta para el reciclaje de baterías. Solo así podremos avanzar hacia una movilidad verdaderamente respetuosa con el medio ambiente.

Además, los consumidores deben estar bien informados sobre el impacto ambiental total de los vehículos eléctricos, desde su fabricación hasta su eliminación final. Solo así podrán tomar decisiones responsables que contribuyan a un futuro más sostenible.

En última instancia, la solución al problema de las emisiones de carbono en el transporte no está solo en adoptar vehículos eléctricos, sino en transformar integralmente nuestros sistemas de producción, consumo y gestión de residuos. Solo con un enfoque holístico y coordinado podremos lograr una verdadera movilidad sostenible.